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¡Qué olor maravilloso!

Nuestra nariz es un órgano muy sensible equipado con receptores (células olfativas) que detectan los olores y definen sus moléculas. Los receptores, ubicados en el epitelio olfativo entre los ojos, transmiten un impulso nervioso al bulbo olfativo que se encuentra por debajo de los lóbulos prefrontales de la corteza cerebral. Los expertos todavía discuten cuántas fragancias los seres humanos somos capaces de distinguir. Algunos afirman que podrían ser hasta tres mil, otros optan por incluso siete mil. El número de fragancias distinguidas depende también de las condiciones individuales. Así que no todo el mundo puede diseñar perfumes. Lo que es interesante es que el sentido del olfato tiene sensibilidad cambiante. Cuando tenemos hambre, nuestro olor se afina. Sin embargo, cuando tenemos un contacto frecuente y regular con una fragancia dada, dejamos de percibirla de alguna manera. En nuestra fábrica a menudo oímos tales opiniones de nuestros invitados como «¡Qué maravilloso olor tienes aquí!» Entonces nos miramos desconcertados el uno al otro porque la mayoría de nosotros no le prestamos atención.